PARA REFLEXIONAR
La santidad de un momento de tranquilidad.
Hay una manera de relajarse en el centro de nuestro ser, dejando que otros tengan sus opiniones y sabiendo que nuestro ser es aún más radiante cuando
está en un espacio de total calma. Cuando el ego se retira, el poder de Dios avanza. Cuántas veces nos sentimos invisibles si no hacemos un comentario
genial o alguna otra cosa. Pero tenemos mucho más poder cuando estamos en profundo silencio. Al hacer una respiración profunda y al saber que lo que no
decimos es más poderoso que lo que decimos o bien, al pensar antes de hablar permitimos que esas acciones dejen un espacio para que el espíritu fluya y las circunstancias se armonicen en direcciones más positivas.
¿Cuántas veces sentimos que echamos algo a perder por hablar de más, y luego nos hubiera gustado no hacerlo?¿O por presumir, cuando pudimos
habernos quedado tranquilos y parecer más interesantes?
El espíritu de Dios siempre revela la verdad si no bloqueamos su guía. Y lo hacemos al hablar primero, antes de que aparezca la verdad. Esto pasa cuando
forzamos las cosas, porque no tenemos fe en un orden invisible tras de ellas.
Es por ello que un instante sagrado tiene tanta importancia: es un momento de quietud cuando el espíritu entra y arregla todas las cosas.
Marianne Williamson