ACEPTOLOGIA – APRENDER A AMAR -Gerardo Schmedling : Capitulo 3- RELACIONES DE AMOR

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Capítulo 3. Relaciones de amor
3.1 Las claves del amor
Los diferentes tipos de relaciones que los seres humanos establecemos a lo largo de la vida no sólo determinan la estructura social, sino que también
permiten medir con bastante precisión las características de las limitaciones aprendidas por la personalidad humana. En este sentido, las relaciones son una importante herramienta de evolución, ya que además de constituir el elemento constructor de la civilización ayudan a la persona a transcender sus limitaciones conceptuales y traumáticas; esto es así porque, en nuestro constante intento por encontrar satisfacción en las relaciones, terminamos descubriendo los principios del amor más allá de los conceptos y limitaciones aprendidos, y reconociendo al amor como la única y auténtica guía interna para llegar a la felicidad personal y a la construcción de una nueva civilización donde no existan los conflictos personales ni las guerras.
El desarrollo de la consciencia no es posible si nos aislamos y no construimos relaciones, porque solos no podemos conocernos ni trabajar nuestras limitaciones. Las relaciones suponen una extraordinaria oportunidad para aprender a amar, para ser felices y para respetar las experiencias de las demás personas.
Las claves del amor en las relaciones se encuentran más allá de los conceptos, las creencias y las interpretaciones, de la cultura, las tradiciones y las limitaciones aprendidas, y se pueden reconocer de la siguiente manera:
 El amor siempre da como resultado la paz interna y la felicidad en las relaciones y en todo lo que hacemos. Si éste no es el resultado, la explicación es sencilla: no estamos actuando desde nuestro centro de comprensión ni dando lo mejor de nosotros mismos.
 El amor es Ley, y siempre se verifica con resultados que producen satisfacción.
 La felicidad en las relaciones es el resultado de amar y apoyar la felicidad de aquéllos con quienes nos relacionamos. El amor se da y la vida lo devuelve en abundancia y satisfacción, porque es su resultado
natural.

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ACEPTOLOGIA – APRENDER A AMAR -Gerardo Schmedling :Cap.-2- 2ª Escrito: Aprender a amar en pareja

2.4.2 La importancia de una comunicación sana
Establecer una comunicación sana ayuda a la pareja a encontrar solución a la mayoría de las dificultades que usualmente se presentan en la relación, y apoya el desarrollo de la confianza mutua. La comunicación de los valores de cada uno, así como de los sentimientos y emociones de amor, debe convertirse en una costumbre diaria de la pareja. Por su parte, los desacuerdos deben
tratarse en un ambiente de total cordialidad y neutralidad, planteando mutuamente lo que sería necesario para hacer más satisfactoria la relación, y evitando expresiones agresivas o impositivas, como: «Es que tú…»; «Me
molesta cuando…»; o «No quiero que…». Tales expresiones pueden sustituirse por otras del tipo: «Me gustaría que…»; «Pienso que puedes apoyarme en…»;
«¿Qué te parece si…?».
La comunicación sana requiere, pues, de varias condiciones:
 Ponerse de acuerdo sobre cuál es el momento apropiado. Éste no es aquél en el las personas están alteradas, ni durante un viaje o cuando están realizando actividades en las que su mente está ocupada. Hay que
buscar siempre el momento apropiado.

 El tono de voz debe ser suave, precisamente cuando se va a hablar de dificultades. Esto es así porque el instinto responde al estímulo, y las personas alteradas, sin darse cuenta, suben el tono de voz como si estuvieran defendiéndose, lo cual genera rechazo y segregación de
adrenalina. Es imprescindible hacer un esfuerzo para que el tono de voz sea agradable a la hora de hablar de las diferencias.
 Las frases han de ser amorosas, es decir, no deben llevar implícita ningún tipo de inculpación, reprimenda o invalidación. No busquemos culpables, porque nadie tiene intención de equivocarse. A los errores se les busca soluciones, no culpables.
 Acompañar las palabras de la postura corporal adecuada, porque la comunicación con el cuerpo supone el 80% de lo que decimos, y la verbal sólo el 20%.
Parte del proceso de sumar amor a la vida, de mejorar las relaciones y de limpieza del ego consiste en modificar el lenguaje, el vocabulario aprendido.
Para nosotros, que ya somos adultos, esto implica una reeducación de la expresión verbal, la cual influirá positivamente en el reacomodamiento de nuestro comportamiento externo.
2.4.3 Los culpables no existen
Cuando se discute con alguien se hace siempre a causa de las propias creencias. Los Maestros no discuten con nadie, sólo lo hacen sobre conceptos, jamás sobre verdades. Un Maestro no comete errores porque ya los ha cometido todos y aprendió de ellos. Nosotros estamos inmersos en el proceso de la maestría y para ello hemos de cometer errores. Es simplemente un proceso necesario del Universo, no hay culpables.
Si una persona está haciendo algo inadecuado o desagradable para los demás, y le decimos: «Te agradecería mucho…», en realidad le estamos dando
las gracias, y el resultado será mucho mejor que si le decimos: «No soporto esto». Decimos la verdad cuando reaccionamos así: «No te preocupes, hiciste
lo mejor que podías, todo tiene solución, cuéntame qué aprendiste de esto».
Jamás busquemos culpables; primero porque no existen, y segundo porque no da buen resultado. Ante las situaciones en las que hemos cometido errores hay que buscar soluciones; olvidemos a las personas, busquemos una
solución, no personalicemos ni demos nombre propio al asunto.

2.5 ¿Por qué se acaban las relaciones de pareja?
La principal causa de la ruptura de las relaciones de pareja es la no aceptación de las diferencias, que nos lleva a emplear la agresión. Las formas más usuales de agresión en una relación de pareja, descontando las físicas que consideramos absolutamente fuera de contexto, son tan sutiles como:
 Indiferencia
 Mutismo
 Mala voluntad
 Mal genio
 Malas caras
 Gestos desagradables
 Indirectas verbales, etc.
Estas formas de agresión destruyen el sentimiento, que es 100% vulnerable, y cuando esto sucede, ya no quedan ganas de compartir, porque los sentimientos negativos que surgen después de las agresiones conducen al
alejamiento, la huida o la pelea.
En situaciones así existen dos aprendizajes fundamentales para ambos miembros de la pareja:
1. No reaccionar ante la agresión.
2. No usar la agresión, para lo cual es necesario aceptar las diferencias.
Si logramos esto, la estabilidad y la mejora serán un hecho, pero mientras mantengamos cualquier tipo de conducta agresiva, interna o externa, la relación se seguirá deteriorando. Aparentemente no se nota, pero se acumula en el interior y cuando explota es demasiado complicado.
Otra causa importante del fracaso en las relaciones de pareja es el desconocimiento del funcionamiento de los principios femeninos y masculinos de la naturaleza humana. Estos principios son opuestos complementarios, con lo cual operan de forma diferente. Cuando en una relación de pareja no se manejan adecuadamente tales principios, la mujer queda desilusionada, triste
y frustrada, y el hombre se siente desconcertado y rechazado, lo cual da lugar a las destructivas formas de agresión ya mencionadas. Cuando no se comprenden estas diferencias, en lugar de complementar al otro tratamos de
cambiarlo, y de ahí viene la agresión.
En términos generales, el hombre, al poseer la característica masculina, emisora, busca ser aceptado y reconocido, quedar satisfecho a todos los niveles, ser atendido, apoyado y consentido, y mantener el liderazgo.
La mujer también necesita apoyo y sentirse aceptada, y busca satisfacción a todos los niveles, incluido el sexual. Pero además, por sus rasgos totalmente
receptivos, busca seguridad al existir la posibilidad de la gestación y la crianza, ser valorada, estabilidad, detalles, halagos, ternura, caricias y delicadeza.
Independientemente de la condición física, algunas mujeres tienen un comportamiento más masculino, y algunos hombres uno más femenino. Por lo tanto, lo ideal es verificar lo que cada uno espera recibir del otro y hablarlo claramente, para poder, de este modo, satisfacer a la otra persona a través del compromiso. Cuando la satisfacción es mutua se alcanzan la armonía y el equilibrio y la relación se hace estable y sólida. Aun así, es necesario revisar los acuerdos periódicamente para comprobar si todo continúa en equilibrio o falta algo.
El deseo es un indicador de la naturaleza. Si hay deseo es por carencia energética, con lo cual, la falta de deseo implica que la carencia se ha suplido.
 Cuando una persona tiene hambre significa que hay un descenso del nivel de glucosa en su sangre.
 Cuando tiene sed es porque hay un descenso de la humedad de la célula y el organismo responde con la sed para recuperar su nivel de hidratación.
 Cuando tiene sueño es porque ha descendido la energía mental, denominada de forma genérica energía vital.
 Cuando existe deseo sexual es porque hay una necesidad energética
asociada al afecto lo que comúnmente se llama carencia afectiva.
Sólo el contacto de una caricia estimula una cantidad de energía tal que segrega determinadas sustancias que no segregaría sin estímulo. Las caricias se pueden considerar un nutriente, y estimulan el proceso de autosanación del cuerpo. El instinto responde al estímulo, la mente a la
información y el espíritu a la verificación.

Por eso la sexualidad no es sólo cuestión de engendrar hijos, ni únicamente un asunto de pareja; es, en general, un asunto humano.
2.5.1 ¿Qué creencias falsas pueden dañar las relaciones de pareja?
Varias creencias pueden hacer mella en una relación y conducirla al conflicto, la agresión y, finalmente, la ruptura. Son las siguientes:
1. Creer que el otro puede hacernos felices. Al creer esto, cuando llega el desenamoramiento la consecuencia lógica es echar la culpa al otro por no ser capaz de hacernos felices, y esto desemboca en conflicto.
2. Creer que el otro es culpable de lo que a uno le pasa. Esta creencia nos lleva a la pretensión de castigar al culpable o a la venganza. Pero es importante recordar que el culpable no existe, sólo la ignorancia y los
errores.
3. Creer que el otro puede adivinar lo que uno necesita. A esto se le llama el “vicio de la suposición”. Es necesario, siempre, que haya una comunicación clara y precisa para evitar suposiciones.
4. Creer que la sinceridad es un valor, cuando en realidad es una limitación mental que se expresa siempre que expresamos lo que pensamos y sentimos originado en la negatividad, la ignorancia y el ego. Es necesario expresar los valores, no lo negativo.
5. Creer que lo que no es espontáneo no tiene valor. Lo espontáneo, siempre que sea agradable, es hermoso, pero el problema es pensar que lo no es espontáneo tampoco es hermoso. Mucho más valioso que la espontaneidad es que una persona tome la decisión voluntaria de hacer algo que a través de la comunicación ha entendido como
importante para la otra persona. Por ejemplo, la sexualidad espontánea generalmente deriva en infidelidad, y ésta conduce a la separación la mayoría de las veces.
6. Creer que hay labores diferentes para hombres y mujeres. Con excepción de amamantar y gestar, no hay nada que haga una mujer que no pueda hacer también un hombre, ni al revés.
2.6. Las relaciones inestables y las relaciones estables
Se producen relaciones inestables cuando los comportamientos entre los miembros de la pareja son agresivos, porque mantienen la “animalidad” del
ser humano. La agresión es típica del instinto de supervivencia, por lo tanto no es una característica del ser humano, sino del animal “racional”. El auténtico
ser humano es el que no se comporta desde el instinto de supervivencia, sino desde la comprensión, puramente espiritual, de la necesidad de la convivencia
y el respeto. Para sobrevivir hay que pelear, pero para convivir necesitamos respetar y establecer acuerdos, y eso es lo que nos convierte en seres humanos.
Se puede considerar humano a quien siempre se expresa desde un comportamiento amoroso, que no es otro que aquél en el que usamos las siete herramientas de amor. De este modo no sólo seremos humanos, sino que
tendremos excelentes relaciones, y muy estables; tanto, que se podría decir eternas: jamás habrá en ellas aburrimiento, porque realmente se gozará de
una gran creatividad desde el punto de amor, y porque hay disposición por ambas partes para satisfacer al otro; y ésta es una disposición del amor, mientras que el deseo de ser satisfecho sin tomar en cuenta al otro es egoísmo. En resumen, si estamos dispuestos a satisfacer al otro y a expresar qué necesitamos para la propia satisfacción, y todo ello se hace conjuntamente y mediante acuerdos, se llegará a alcanzar una relación estable y excelente.
2.7 Juegos de pareja
Lo que pretendemos transmitir con esto es que el ejercicio del acuerdo sea divertido. Lo mejor es que las dos personas cedan, que sean flexibles, porque si uno de los dos es rígido siempre creerá que tiene razón y no
evolucionará espiritualmente; por otro lado, la persona que siempre cede se satura, y la relación se acaba rompiendo. Lo ideal es encontrar una solución
que concilie los dos puntos de vista.
Los juegos del éxito, no solo en la pareja, sino también en los negocios y en la vida en general, son:
1. El que cede, gana: flexibilidad mental, adaptación, aceptación, desarrollo espiritual, paz interior… y disminuye el sufrimiento. El que no cede aprende poco, y si uno de los dos aprende y el otro no, la diferencia entre ambos cada vez será mayor.
2. El que sirve, crece. El servicio es la forma de expresar el amor hacia el prójimo. Que lo que hagamos siempre sea de la mejor calidad, que contenga nuestra mejor energía y capacidad para disfrutar lo que hacemos, y así el servicio será excelente. Por eso es un juego extraordinario.
3. El que agrada, triunfa. Y es que si siempre somos agradables, siempre seremos la mejor opción.
2.8 Herramientas de pareja

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ACEPTOLOGIA – APRENDER A AMAR -Gerardo Schmedling :Cap.-2 Aprender a amar en pareja

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Emparejarse significa colocarse al mismo nivel, complementarse. Es, dicho de otro modo, estar dispuestos a nivelar las diferencias que puedan existir para tener una excelente relación. Si la balanza está desnivelada es porque hay más peso de un lado que de otro, de manera que necesitamos equilibrar las cargas y los conceptos.
Estar en pareja significa igualarse, lo cual implica ceder de manera ideal por ambas partes y aprender a construir acuerdos. De lo contrario, la relación será una sociedad familiar o comercial, pero no una pareja. Algunas parejas se soportan sin separarse porque existen entre sus miembros intereses de tipo económico o social; otras definitivamente no se aguantan y se separan. Realmente existen muy pocas relaciones de pareja a las que podamos llamar con propiedad pareja.
En la medida en que logremos construir parejas armónicas podremos empezar a tener familias armónicas, y a partir de ahí se podrán proyectar una civilización y una sociedad pacíficas. En un núcleo social armónico se desarrollan los individuos que pueden sustentar una nueva sociedad.
2.1 Las funciones de la pareja
La pareja como institución tiene las siguientes funciones principales:
1. Establecer la base de unión familiar que conduzca a la armonía de su
núcleo social. Un núcleo social unido y armónico es la base de una
sociedad sana, puesto que con su ejemplo facilita la integración y
colaboración de otras personas y puede generar individuos sanos y
emocionalmente equilibrados que contribuyan al desarrollo de una nueva
sociedad.
2. Crear relaciones que faciliten la expresión del amor. Dar lugar a relaciones sustentadas en el amor permite a la pareja encontrar mutua satisfacción en todas las áreas familiares, aprender a convivir pacíficamente y orientar a los hijos dentro de un conjunto social de
crecimiento armónico. Esto se consigue a través de las herramientas de
amor, y también con un buen desarrollo espiritual y una adecuada comprensión de las Leyes del Universo y de la vida, que nos ayuden a mejorar nuestra condición humana.
3. Compartir y apoyarse mutuamente en todas las circunstancias de la vida.
Tal decisión constituye esa unión que permite a la pareja proyectarse hacia el futuro con el objetivo de compartir un destino común que llegue a convertirse en una misión, con un propósito de vida compartida.
Al integrarse, las personas no sólo comparten las situaciones satisfactorias, sino también las dificultades. Y es en esos momentos cuando la familia necesita dar apoyo a quien tiene problemas. Hay que estar dispuestos a dar apoyo y a buscar soluciones, no culpables, ni
tampoco criticar o agredir.
4. Crecer juntos. Crecer espiritualmente no es otra cosa que ampliar la comprensión y aprender a manejar las situaciones con mayor sabiduría, sin sufrir, pelear o culpar. Crecer es una de las funciones de la pareja porque haciéndolo se aprende adaptación, flexibilidad, capacidad para ceder, valoración, conciliación, apoyo… Cuando se crece, la vida empieza a
ser muy satisfactoria porque desaparecen los conflictos.
5. Tener hijos conscientemente. Cuando la pareja decide de manera consciente asumir la responsabilidad de traer hijos al mundo. La procreación no es un resultado del matrimonio, sino un acto de amor consciente que lleva una gran felicidad al núcleo familiar.
Al igual que nos preparamos para un examen, una competición o una entrevista, es muy conveniente que la pareja se prepare para tener un hijo, que se ponga de acuerdo acerca de cuál es el momento adecuado; es imprescindible prepararse para ese evento maravilloso que supone ser padres, para que todo esté en armonía.
6. Apoyar la formación de los hijos y la integración de la familia. Sustentar el desarrollo y la formación armónica de los hijos desde la comprensión del amor facilita la integración del conjunto familiar, dentro de un proceso de crecimiento mutuo que asegura la estabilidad futura del núcleo social. El objetivo es que los hijos crezcan sanos y se puedan
integrar en la sociedad como individuos que realicen aportaciones a la sociedad, que sean constructores y no destructores de la misma.
2.2 ¿Cuál es el propósito de emparejarnos?
El principal es llegar a tener más de lo que el individuo puede tener por sí solo, es decir, potenciarse. Gozar de mayor armonía y equilibrio, disfrutar de una situación de vida más satisfactoria que estando solo, lograr una mejora de la condición individual al unirse a otra persona. Éste es el propósito, pero no suele ser el resultado.
Y no conseguimos ese resultado porque nos “vendieron” la idea falsa de que encontraríamos a una persona que nos hiciera felices. Pero la realidad es que si esperamos que otra persona venga a nuestra vida para comportarse tal como queremos, y así sentirnos felices, eso no es amor, sino egoísmo. Uno puede encontrar la felicidad en sí mismo, y aprender a compartirla con otras personas, porque la felicidad es una condición interna del ser humano.
Así, lo primero que uno tiene que medir para pensar en emparejarse es su nivel de felicidad: si es del 50%, tendrá buenas opciones para emparejarse, porque puede usar ese porcentaje, que tiene una fuerza mayor que la del sufrimiento; pero si el propio nivel de felicidad es bajo y el sufrimiento muy alto, lo que se compartirá con la otra persona será sufrimiento, limitaciones,
agresión, todos los elementos que deterioran una relación. Por tanto, mejor será que esa persona se empareje pero no contraiga matrimonio, porque en tal caso el conflicto será muy grande. Parejas hay pocas, matrimonios muchos.
Si aspiramos a tener éxito en todos los tipos de relaciones humanas, incluidas las de pareja, necesitamos trabajar sobre las tres virtudes internas:
la felicidad, la paz y el amor. El éxito exterior del ser humano es el resultado de su desarrollo interior, y no al revés.
Podemos hacer nuestra propia evaluación personal para reconocer la capacidad de amar que albergamos. Así, si estoy dispuesto…
 … a aceptar, a ceder y ser flexible, es porque poseo la virtud de la felicidad.
 … a respetar, a no agredir ni alterarme por los errores que las personas cometan alrededor o conmigo, poseo la virtud de la paz interior.
 … a comprometerme con mis acuerdos y a servir a pesar de que puedan existir dificultades, poseo la virtud del amor.

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APRENDER A AMAR -Gerardo Schmedling :Cap.-1 Parte-2 ¿Qué significa amar?

1.1 El manejo de los sentimientos y las emociones.
Saber gestionar los sentimientos y las emociones es indispensable para mantener una buena relación, ya que es increíble la facilidad con la que pueden virar de positivos a negativos ante cualquier desacuerdo, malestar o situación de agresión, por pequeña que sea, y de este modo poner en serio peligro la relación. Cuando uno nota que sus sentimientos se han tornado negativos, antes de expresar o hacer absolutamente nada debe cambiar esa polaridad mediante la siguiente práctica: ha de recordar todas las cualidades y momentos felices vividos con su pareja y, cuando se vuelva a sentir bien, expresar sanamente su necesidad de establecer un acuerdo sobre el asunto en cuestión.
En cuanto a las emociones negativas, es necesario exteriorizarlas, pero nunca contra nadie, ya que son tremendamente nocivas para la relación. Lo mejor es dirigirse a un lugar solitario donde sea posible descargarlas corriendo, golpeando el suelo, gritando o llorando.
No es sano reprimir las emociones, ni las positivas ni las negativas; lo adecuado es dejarlas fluir. Si las emociones que brotan proceden de estímulos positivos son extraordinarias para las relaciones; pero si son negativas, producto de la defensa del instinto, es imprescindible apartarse de los demás para expulsarlas. Uno de los grandes errores que se nos ha transmitido culturalmente es que necesitamos aprender a controlar y reprimir las emociones; no es así, porque si lo hacemos nos intoxicamos, nos envenenamos y somatizamos enfermedades diversas. Las emociones se deben canalizar, dejar que se expresen, permitirles fluir, pero siempre de una manera apropiada y en el lugar adecuado.

No hay que negarse a sentir, sino aprender a decidir qué hacer con lo que se siente.

El mejor procedimiento para sanar una relación o sanarse a uno mismo consiste en, primero, descargar las emociones y, después, cambiar la polaridad del sentimiento negativo a través del pensamiento; es decir, efectuar una reprogramación mental con lo positivo.
El lector se preguntará cómo puede manejar las emociones y los sentimientos negativos que surgen ante algunos comportamientos de su pareja o de otras personas cercanas, padres y hijos. La respuesta a esta pregunta se presenta a continuación:
En primer lugar, para el manejo de las emociones utilizaremos el “muro de las lamentaciones”, que sirve para sacar fuera la adrenalina que está circulando por la sangre sin dañar a nadie.
La emoción surge del instinto. Las demás personas no tienen la culpa de que uno se sienta mal; por lo tanto, si un estímulo despierta emociones negativas es necesario apartarse de él y desprenderse de esas emociones
“quemando” adrenalina por medio del ejercicio físico, el llanto, los gritos… Y para no dañar las relaciones con otras personas, es importante hacer esto, como ya hemos dicho, en un lugar apartado, a ser posible en la naturaleza entre las piedras, en el bosque o donde haya aguas tranquilas, como un río o el mar.
Por otra parte, para manejar los sentimientos utilizaremos el cambio de polaridad. El sentimiento surge de la mente, de la creencia, de la personalidad.
Cada cual proporciona información a su mente a través del pensamiento. Con lo cual, si recuperamos el recuerdo de un momento maravilloso con nuestra pareja o con otra persona cualquiera con la que tengamos un conflicto se generará un sentimiento agradable, de alegría y acercamiento. En cambio, si traemos a la mente un recuerdo doloroso, inmediatamente el sentimiento será otro. El único método para reconstruir sentimientos es el reconocimiento de valores.

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APRENDER A AMAR -Gerardo Schmedling :Cap.-1 ¿Qué significa amar?

Para aprender a amar es fundamental saber de qué estamos hablando,
aclarar qué significa esto realmente, y así partir de una base común. Al hablar
de amor pensamos que nos referimos todos a lo mismo, pero es fácil darse
cuenta de que cada cual entiende algo distinto. Por tanto, lo mejor es ponerse
de acuerdo en su significado, para no confundir el amor con el cariño, el afecto,
el “querer” o la atracción física.
A lo largo de las siguientes páginas describiremos las características del
amor, y reconoceremos también aquello que no es amor.
El amor no surge de forma espontánea, sino que es una virtud interna que
hemos de trabajar y desarrollar. Una vez que la persona se llena de felicidad y
paz se encuentra en disposición de hacer el ejercicio de amar a los demás como
a sí misma; porque si uno mismo no se ama, ¿qué puede entonces ofrecer a los
demás?

A amar se aprende amándose a uno mismo.

El amor supone la libertad total para expresar paz y armonía hacia todo
cuanto nos rodea. Si no es eso lo que sucede, será fácil reconocer que aunque
esa persona exprese otras características humanas normales, aún no ha
alcanzado el amor.
El amor también puede definirse como la capacidad de tener excelentes
relaciones que beneficien a todas las partes; supone cero resistencia a los
demás, porque el amor no puede enfrentarse a nada. Si se hace es porque se
está ofreciendo resistencia a algo que no se comprende, y el amor es la
comprensión absoluta.

El amor es universal.

Universal e incondicional, podríamos añadir. Es posible compararlo con el
sol: cuando el sol sale, lo hace para todos, no decide alumbrar a una persona sí
y a otra no. Extrapolado a los seres humanos, si no somos capaces de tratar a
los demás igual que a nuestros “seres queridos”, entonces no amamos de
verdad, sino que “queremos”. Nuestros seres amados son todos, mientras que
nuestros seres queridos son aquéllos con los que hemos establecido unos
acuerdos específicos, que son lo único que permite diferenciar una relación de
otra. En definitiva, si el amor no es universal entonces no es amor, es
sentimiento, cariño, apego…
En línea con lo anterior, si existe un condicionamiento del tipo “tengo
que…”, entonces no estamos hablando de amor, porque éste supone libertad
absoluta, ninguna obligación. Somos tan libres de compartir como de alejarnos.
El amor es como el agua.

Éste es un bello símil: el agua se amolda a todas las formas, y lo hace de
una manera perfecta. ¿Qué es lo que no puede adaptarse a una forma? Lo que
es rígido, lo que no se mueve, lo que no es capaz de cambiar; es decir, una
persona que no puede desarrollar su espiritualidad, porque los conceptos se
vuelven para ella rígidos e inflexibles. A estos individuos los llamamos “personas
poste”.
El resultado para la “persona poste” siempre será el sufrimiento y la
insatisfacción, porque para encontrar satisfacción necesitaría relacionarse con
personas flexibles, adaptables, amorosas, comprensivas, llenas de paz y de
armonía, y siendo esa especie de “poste” tan rígido no le resulta posible.

Lo que no es amor:

Amar no significa me gusta; eso sólo es atracción.
Amar no significa querer; eso sólo es satisfacción.
Amar no significa bondad; eso sólo son sentimientos.
Amar no significa unirse; eso sólo son acuerdos.
Amar no significa amistad; eso sólo es compartir.
Amar es ser feliz con la felicidad del otro.

Amar es aceptar a la otra persona como es, sin querer cambiarla. En el
ámbito de las relaciones, si un miembro de la pareja es feliz con la felicidad del
otro, y viceversa, todo lo demás queda en segundo plano.
El Maestro acepta totalmente a los demás como son, como estén en su
experiencia en ese momento, y ama igual independientemente de lo que el otro
haga o diga. Ésta es la auténtica característica de la expresión del amor.
En cambio, los seres humanos normales y corrientes no lo hacemos así,
sino que juzgamos, interpretamos, criticamos y condenamos a quienes no se
comportan como nosotros queremos, a quienes no hacen las cosas como nos
gusta o como creemos que son correctas. Cuando alguien se sale del parámetro
que otra persona considera “normal”, inmediatamente se hace acreedor de toda
clase de críticas, agresiones o condenas. ¿Y por qué razón hacemos eso?
Únicamente por ignorancia.
Llenarse de amor significa dejar de lado el sentimiento, respetar la
experiencia de la otra persona, darle libertad para experimentar y no asumir los
resultados de las decisiones de otros.

El amor es neutro.

El amor no tiene dualidad, es como la paz, neutro. Independientemente de
que una persona haga algo que nos resulte desagradable, si amamos no
dejamos de amarla por eso, porque la aceptamos tal como es. La neutralidad
del amor significa que se ama igual al ignorante que al sabio, al que está sumido
en la oscuridad como al que está lleno de luz. De hecho, el amor está más cerca
de quien se encuentra en la oscuridad, porque desde el punto de vista del amor
es quien más apoyo necesita.
Amar consiste en neutralizar las cargas positivas o negativas en un punto
donde se comprende que todo es necesario para aprender a ser feliz. Y esto se
manifiesta en nuestra capacidad de gozar, disfrutar, deleitarnos en cada
instante de la vida y en cada relación que tenemos.
El amor no es un sentimiento.

Existen enormes diferencias entre el amor y el sentimiento. Así, el
sentimiento no es digno de confianza, porque tiene dualidad. El cariño, por
ejemplo, es un sentimiento, y se demuestra que es dual porque pasamos de él
al odio en cuanto cambia la situación externa. La utilidad del sentimiento es
conocernos a nosotros mismos, pero no hay que usarlo para establecer
relaciones. El cariño se acaba, mientras que el amor es infinito.
Por otra parte, un sentimiento puede ser negativo, pero el amor jamás lo
es. Es posible que el sentimiento sea variable, porque se origina en sensaciones
internas de agrado o desagrado, pero esto no sucede con el amor, en el que
todo puede ser conciliable.
Además, el amor se expresa de manera universal: hacia cualquier especie,
ante cualquier situación, porque con él siempre podremos respetar y
comprender a cualquier ser o suceso. Sin embargo, el sentimiento es específico
e individual.

Amar es disfrutar de todo lo que se hace.

No es cierto lo que se suele decir de que se sufre por amor; por amor no se
puede sufrir, solamente sufrimos a causa de la personalidad, del ego, del
sentimiento, de la ignorancia. El amor hace disfrutar constantemente; en
cambio, el sentimiento se polariza de positivo a negativo ante efectos externos
que no somos capaces de manejar. Por lo tanto, si se sufre es que no hay amor
ni comprensión. Aunque no hay que preocuparse por eso, se trata de un proceso
normal: estamos en el camino. Nos interesa, pues, construir relaciones de amor
para que sean constantes y estables.
Frente a lo elevado del desarrollo espiritual, los sentimientos son algo
totalmente primitivo, básico, elemental. Una vez que empezamos a acercarnos
al amor, ya no los necesitamos. Es como el niño que gatea: una vez aprende a
caminar sería absurdo que volviese a gatear. El amor puede dirigir el
sentimiento, el pensamiento, la emoción, las acciones y las decisiones, si se
aprende a reconocerlo y a usarlo.

Gerardo Schmedling

CONTINUA…

APRENDER A AMAR -Gerardo Schmedling

La felicidad, la paz y el amor son principios de la esencia divina; no tienen polaridad, sino que son inmutables.

Aprender a ser felices:
 Para aprender a ser feliz sólo hay que afrontar todo lo que se crea que le arrebata a uno la felicidad.
 Para ser feliz no se necesita nada externo, sólo comprensión y una actitud mental determinada.
 La no aceptación es la única causa del sufrimiento; hay que dejar de enfrentarse a la realidad.
 Es fundamental dejar de trabajar sobre los demás, y hacerlo única y exclusivamente sobre uno mismo, modificar dentro de sí lo que molesta (el ego)
para que deje de hacerlo.
 Si hay sufrimiento, se debe hacer una sola pregunta: ¿qué es lo que no estoy aceptando?; ahí residirá la respuesta.
 Todas las personas, sin excepción, tienen lo necesario para ser felices; no obstante, muy pocas saben ser felices con lo que tienen.

Aprender a tener paz:
 Ninguna cosa o persona proporciona paz.
 La paz interior es el resultado del propio desarrollo espiritual, no un don.
 El manejo de la paz requiere varios elementos: una información clara y precisa para comprender que la vida es un proceso de amor y que el mal no existe, la
habilidad para manejar la propia energía vital, y entrenamiento.
 Si se pierde paz hay que preguntarse: «¿A qué me estoy resistiendo?; ¿qué quiero cambiar?; ¿a quién estoy culpando?».
Aprender a amar al prójimo como a uno mismo:

 Para ello sólo hay que participar o compartir el tiempo con personas que tengan comportamientos muy diferentes a los propios, para aprender a amarlos y a respetarlos tal cual son.
 El amor es inofendible, invulnerable, inmutable, universal y neutro.
Aprender a amar al prójimo como a uno mismo:

 Para ello sólo hay que participar o compartir el tiempo con personas que tengan comportamientos muy diferentes a los propios, para aprender a amarlos y a respetarlos tal cual son.
 El amor es inofendible, invulnerable, inmutable, universal y neutro.

 El amor supone una comprensión total del Universo; es una forma de ser y no necesita “objeto” sobre el que proyectarse.
 El amor no es una fuerza, sino una herramienta.
 El amor no es un sentimiento.
 Amar es dar siempre lo mejor de uno mismo.
 Si existe desmotivación lo mejor es pensar por qué estoy permitiendo que la situación concreta limite mi capacidad de servicio, que en realidad no debe
depender de los eventos externos.
Al desarrollar las tres virtudes internas se obtienen excelentes resultados externos en los cuatro ámbitos:

 En las relaciones.
 En los recursos.
 En la salud.
 En la adaptación al medio.
En la experiencia de vida de cualquier ser humano están presentes cinco elementos: el propósito, el destino, la misión, la función y la intención.
1. El propósito
Existe un propósito de amor que nos trajo al mundo de la materia; es el objetivo perfecto de aprender dos cosas:
a) Ser feliz por uno mismo, es decir, no depender de nada ni nadie para gozar de paz interior y felicidad.
b) Amar al prójimo como a uno mismo, esto es, respetar los derechos de todos los seres del Universo.
Y esto, ¿cómo se aprende? Aquí se puede ver la perfección del diseño pedagógico del Absoluto. Para llevar a cabo el ejercicio de aprender a ser feliz
por uno mismo se necesita vivir en un lugar, con unas personas determinadas y en unas circunstancias en las que todo lo que suceda alrededor sea más o
menos agresivo. De este modo nos daremos cuenta de que nuestro problema no se debe a lo que ocurre alrededor, sino a la forma en que nos relacionamos con ello, y al rechazo y la resistencia que pongamos en marcha.
En cuanto a la segunda parte, amar al prójimo como a uno mismo, significa respetarlo tal cual es, no pretender cambiarlo, no ejercer resistencia ante los
demás. Es necesario vivir en un lugar donde las personas que lo rodean a uno piensen diferente, tengan costumbres variadas, crean cosas distintas. De este modo aprenderemos a amarlas como son, sin juzgarlas ni condenarlas. Así se cumple el propósito de amor; es la auténtica razón por la cual los seres
humanos estamos en el planeta Tierra.
Hace más de 2.000 años, el Maestro Jesús nos enseñó esto cuando dijo:
«Ama a tus enemigos»; que no son nuestros enemigos, sino que son personas que piensan de manera diferente.
Ser feliz significa experimentar cero sufrimiento ante lo que pasa; y amar significa ofrecer cero resistencia a los demás. La sabiduría es igual al amor, no al sentimiento. A quien tiene amor le importan mucho los demás, pero no sufre; en cambio, a la persona que no posee sabiduría pero sí bondad le importan mucho los demás, pero sufre enormemente. Al que no le importa, el indolente, el indiferente, ése no posee sabiduría ni bondad.
2. El destino

Es lo que venimos a aprender del mundo de la materia aprender a manejar las siete herramientas de amor para tener paz invulnerable; es una gran oportunidad para aprender lo que nos falta.
Todos traemos al mundo un destino inevitable, sumamente valioso. La cultura nos enseña a tratar de evadir el destino en lugar de mostrarnos cómo
aprovecharlo. La clave para aprovechar el destino es: «Tú tienes la capacidad para disfrutar cualquier cosa que hagas, porque esa capacidad está en ti». Sin
embargo, si alguien dice a su hijo: «Tienes que hacer siempre lo que te gusta», le generará un bloqueo enorme.
El destino es un diseño pedagógico cuyo propósito es permitir a los seres humanos verificar y descubrir una información que rige el Universo y su orden perfecto. Por lo tanto, es la mejor oportunidad para transcender la totalidad de las limitaciones humanas. En lugar de quejarnos de las dificultades que la vida presenta, debemos aprovecharlas como una gran oportunidad para transcenderlas; entonces desaparecerán para siempre. Si no aprendemos de las dificultades, lejos de desaparecer, se complicarán, se mantendrán y se volverán permanentes.

3. La misión
Consiste en aquello que podemos enseñar en el mundo de la materia. La misión hay que disfrutarla intensamente, ya sea parte de la propia función o no.
La misión permite recuperar una gran cantidad de energía vital invertida en el ejercicio de aprender a ser feliz. Misión es lo que ya se ha comprendido, lo
que ya se sabe; por lo tanto, se puede emplear para servir a los demás y mientras tanto disfrutar intensamente.
Tanto la misión como el destino están representados en la personalidad: éste último a través del sistema de creencias, y aquélla mediante la comprensión. A medida que transmutemos nuestra ignorancia en comprensión y sabiduría, cada vez poseeremos más misión y, por tanto, más satisfacción.
4. La función

Es lo que cada cual hace para ganarse el sustento; consiste en poner todo el entusiasmo, alegría y amor posibles en lo que se hace, aunque no sea parte
de la misión.
Sabemos que todos los seres vivos tienen una función dentro del orden del Universo. Se necesita sabiduría para asumirla con alegría, con entusiasmo, con
total capacidad de acción y servicio. La función no consiste en “ganarse la vida”; la vida no “se gana” porque es un don divino. Lo que uno se gana es el sustento de esta entidad biológica, de este cuerpo.
Así, el sustento lo tenemos garantizado como resultado de la función. Quien es feliz y disfruta de lo que hace, siempre tendrá abundancia de recursos.
5. La intención
Es lo que queremos para nosotros mismos o para los demás. La intención se ha de orientar de forma tal que no interfiera con los destinos de los demás ni
trate de evadir el destino propio.
La intención es el elemento más complejo para los seres humanos actuales, porque el sentimiento, la idea de bondad y las demás ideas que nos transmitió
erróneamente la cultura nos conducen de manera constante a tratar de interferir en los destinos del resto. Si aceptásemos que el destino es algo extraordinario y no “malo”, que es la mejor oportunidad de la que disponemos para que se
cumpla lo que vinimos a hacer en el mundo, dejaríamos de intentar cambiar el destino de los demás.

Cuando un hijo quiere emanciparse y los padres se oponen a ello, ¿cómo actuaremos para no interferir? Uno siempre quiere que las cosas funcionen a su
manera. En este caso, los padres consideran que no es el momento adecuado porque su hijo no tiene un trabajo estable, por ejemplo, y no quieren que se
vaya de casa. Los “quieros” son la causa del sufrimiento. El “quiero” también se llama egoísmo inconsciente porque nosotros queremos que los demás sean felices haciendo lo que nosotros queremos que hagan.
¿Qué sería lo sabio y amoroso en este caso? Decirle al hijo: «Para nosotros, lo más importante es que tú seas feliz y que encuentres tu camino, por lo tanto, respetamos tu decisión. Que sepas que, si quieres volver, la puerta siempre estará abierta».
En definitiva, la sabiduría implica tener claro el propósito, aprovechar el destino, disfrutar de la misión, asumir la función y manejar la intención de no
interferir en el destino ajeno, y requiere que todo esto se practique en pensamiento, palabra y obra.

Gerardo Schmedling

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